jueves, 5 de septiembre de 2019

Revista ZocoFlamenco (V) nº 26, dic-enero-febrero 2018-19 "La Rumba gitana catalana y el flamenco"




[Texto original escrito por María Jesús Castro en la Revista ZocoFlamenco, nº26, dic-enero-febrero 2018-19, pp. 12, 14]


LA RUMBA GITANA CATALANA Y EL FLAMENCO


La discusión dialéctica habitual en la flamencología sobre el origen gitano o payo del flamenco se reproduce en la investigación sobre los orígenes de la rumba catalana. Aunque casi nadie discute que la rumba de Barcelona es de ascendencia gitana catalana, el debate está en demostrar si es del barrio de Gracia o de la Calle de la Cera, en definitiva, si fue Antonio "el Pescaílla" quien la inventó o Peret, gitanos ambos aunque con herencias musicales muy diversas. 

     Para unos, la creación se realizó en la calle de la Cera, en el barrio del Raval, concretamente en el bar El Salchichón, como centro neurálgico de la gitanería del barrio, y se personificó en guitarristas como el Orelles, el Toqui, el Gitanet y Peret, mientras que, para otros, fue en el barrio de Gracia con la dinastía de los Pescaílla y el Legañas. Dos barrios en desacuerdo, en la polémica citada, que deja fuera al tercer barrio barcelonés importante para la configuración de la rumba catalana: el de Hostafrancs. 

Que si quién fue el primero que hizo el "ventilador" —ese rasgueo guitarrístico característico de los gitanos catalanes—, el primero en hacer las palmas, el primero en añadir un bongó o el primero en cantar en catalán aquellas primigenias rumbas y, claro, al igual que pasa con el flamenco, no se puede atribuir tanto invento a una persona sola, no puede haber un solo creador de un estilo musical que ha tenido tanta transcendencia; cada uno aportó aquello que mejor se le daba, lo que mejor sabía hacer, y, ayudado por las circunstancias sociales, emergió tiempo después un estilo al que se llamó rumba catalana. 

Efectivamente, el nacimiento de la rumba catalana como tal  fue un proceso lento, de varias décadas, un producto musical híbrido que se define por ser el resultado de las relaciones habidas entre diferentes actores sociales: entre distintos subgrupos de gitanos españoles, los gitanos catalanes y los gitanos murcianos y andaluces, y, a su vez, entre estos y los gachós.

A cada uno lo suyo, y aunque pueda parecer un poco extraño, hay indicios suficientes para afirmar que la técnica de la guitarra rumbera fue creada por Antonio "el Pescaílla" y el Onclo Polla, la rumba como estilo musical por Peret y la identidad catalana rumbera por Gato Pérez, esa famosa trilogía de los padres creadores rumberos que algunos, graciosamente, han llamado la "Santísima Trinidad de la rumba catalana". 

Antonio "el Pescaílla" provenía de una familia de gitanos murcianos que llegaron a Barcelona con la emigración del Levante español hacia Cataluña, en el primer tercio del siglo XX. Antonio González "el Chindo" vendía pescado en el barrio marinero de la Barceloneta y acudía a la Rambla de Barcelona para ganarse un sustento extra como guitarrista. El hijo de "el Chindo", Antonio González, el primer "Pescaílla", fue también guitarrista y se casó con una gitana catalana del barrio de Gracia con la que tuvo cinco hijos, dos de los cuales fueron también guitarristas,  Antonio González Batista, el segundo "Pescaílla", y Joan González Batista, "l'Onclo Polla", y consta que el primer "Pescaílla" daba clases de guitarra a las mujeres de la burguesía catalana y era contratado para las fiestas privadas que se organizaban.  A finales de los años cuarenta y cincuenta, padre e hijos actuaban en los locales de moda flamencos, como en el Charco de la Pava, en la calle Escudillers del Barrio Gótico, local que se anunciaba como una "maravilla de cante y baile con un ambiente alegre y distinguido", uno de los tantos locales nocturnos y colmaos de ambiente andaluz que había en la Ciudad Condal. 

Antonio El Pescaíla


En estos locales cercanos a la Rambla barcelonesa, en las décadas entre las décadas de los cuarenta y los sesenta del siglo XX, coincidieron una generación de guitarristas flamencos muy interesantes. Junto a la saga de los "Pescaíllas" se encontraban guitarristas de la escuela catalana del toque, tan importantes para la historia de la guitarra flamenca, como Paco Aguilera, Andrés Batista, Paquito Simón, Pepe Pubill, Alfonso y Manuel Labrador y Antonio Arenas, que eran profesionales del toque acompañando a los cantaores y bailaores de la época y también sagaces productores de los nuevos sonidos que se estaban gestando en la Barcelona de entonces. 

Los contactos entre los guitarristas gitanos catalanes —como los hermanos González Batista, Andrés Batista y Pepe Pubill— y los tocaores no gitanos propiciaron los intercambios musicales necesarios para el nacimiento de un estilo guitarrístico característico gitano, que se identificaba a través de un rasgueo peculiar. Y estos contactos también se produjeron entre los mismos gitanos catalanes y una población variada que acudía a los numerosos centros de diversión de la cercana Avenida del Paralelo —un "pequeño Montmartre" parisino— como público aficionado a los combos cubanos y al swing.

Seguramente, más tarde, en estos intercambios también participó Peret, una vez instalado desde su Mataró natal en la calle Salvadors, en el barrio del Raval, junto a personajes como el Orelles, del que dicen que enseñó a la Tía Pepi —la prima de Peret con la que formó a los doce años el dúo Los Hermanos Montenegro— a bailar estilos flamencos como soleares y alegrías. 

Antonio González Batista "el Pescaílla" fue el pionero en la fusión instrumental rumbera, fruto de sus conocimientos como guitarrista profesional, pero no llegó a crear un estilo nuevo ni configuró una nueva audiencia, pues sus rumbas eran cercanas a las rumbas flamencas, aunque sí originó un nuevo tipo de canción al versionar temas alejados de la ritualidad gitana y flamenca. Por el contrario, una vez adoptada la fusión guitarrística de aquellos gitanos flamencos pioneros, Pedro Pubill Calaf "Peret" sí inventó un nuevo estilo musical, al transformar esa rumba inicial en una rumba urbana. Popularizó los primeros conjuntos musicales de rumba en torno a un cantante-guitarrista y dos o tres palmeros, junto a los coros, sin más aporte de instrumentación; también creó una lírica moderna de temática diversa, con letras distendidas y no vinculadas ni al flamenco ni a lo gitano, que ayudó a que la rumba gitana adoptara una identidad festiva —al acelerar el ritmo, adecuado para el disfrute de los participantes — y que se introdujera en todos los estratos sociales. Todo ello, junto a su figura carismática y su internacionalización, contribuyó al surgimiento de la rumba de Peret como un estilo nuevo de hibridación musical, más cercano a la música popular urbana que al flamenco. 


Peret



   Pero esa rumba urbana todavía no era catalana, porque, al principio, a la rumba interpretada por los gitanos catalanes de Barcelona se le llamó "rumba pop" y "flamenco pop", al igual que al resto de modelos de rumba de la época, desde las de Bambino hasta las de Dolores Vargas "La Terremoto", y no fue hasta los años ochenta cuando un payo argentino, Javier Patricio Pérez "Gato Pérez", otorgó de identidad catalana a la rumba pop que se hacía entonces y se empezó a hablar de la rumba catalana, es decir, la rumba que solo hacían los gitanos catalanes de Barcelona, no la rumba que, por ejemplo, en la misma época hacían los Chichos o los Chunguitos en las barriadas madrileñas. También fue el mismo Gato Pérez quien bautizó a esa modalidad de rasgueo distintiva que hacían los gitanos catalanes con el nombre de 'ventilador' —"El secreto de la máquina/está en el ventilador" cantaba en el disco Romesco (1979)— y quien le otorgó una identidad urbana barcelonesa, contraria al modelo de rumba española y universal que había propagado Peret. 

Gato Pérez


   Y, junto a estos tres creadores, Antonio "el Pescaílla", Peret y Gato Pérez, se encontraban los productores, imprescindibles para realizar las adaptaciones musicales pertinentes y adecuar una música local, muy territorial, al mercado musical del gran público, tras  sus debidas transformaciones. 

En definitiva, el quién es quién de la rumba catalana solo sirve para conseguir rentabilidad publicitaria del tirón mediático, un anhelo de protagonismo que, al mismo tiempo, demuestra la dificultad que han tenido y tienen las generaciones posteriores de rumberos gitano catalanes para poder superar a sus precursores. Para poco más sirve, pues la música y la creación no pertenece a nadie en exclusiva, está hecha para disfrutar, en esa categoría etérea de ser patrimonio inmaterial de la humanidad. 

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