miércoles, 8 de diciembre de 2021

Las mujeres de la dinastía Borrull

 

Artículo publicado por Castro Martín, María Jesús, Revista ZocoFlamenco, nº 41, diciembre 2021-enero 2022, pp. 16-17 (ver aquí).


Las mujeres de la dinastía Borrull

 

La biografía de la familia de los Borrull aporta una información fundamental para la siempre incompleta historia del flamenco en Cataluña en relación con temas sobre la  etnicidad gitana o la configuración de las escuelas del toque y del baile, entre otros, y, especialmente, con una aproximación sobre la identidad feminista mediante la aportación que las mujeres de la familia Borrull realizaron a través de su trayectoria profesional, al ser una dinastía fuertemente feminizada tanto por el gran número de mujeres representativas, pioneras e innovadoras en muchos aspectos, como por el papel que los varones tuvieron como potenciadores de dicha feminidad.

Los escasos datos biográficos que se tenían hasta hoy día del patriarca de la dinastía, Miguel Borrull Castellón, han destacado su faceta de tocaor como primer guitarrista acompañante de Antonio Chacón, entre la década de los 80 del siglo XIX y 1911, o de empresario exitoso del café cantante Villa Rosa de Barcelona, entre 1916 y 1926, breve información que no permitía reconstruir la personalidad que guiaba todo su relato biográfico. Una nueva revisión de la vida y profesión de Miguel Borrull padre[1] ha permitido resaltar, entre sus muchas cualidades, su dedicación por impulsar las carreras profesionales de sus hijas, Dolores, Isabel, Julia y Concha, junto a la de su hijo Miguel, promoviendo y apoyando todas aquellas iniciativas que pudieran tener aunque algunas de ellas se alejaran del concepto tradicionalista que imperaba en el flamenco y en la sociedad de entonces.

Esta personalidad precursora y exitosa que Miguel Borrull Castellón manifestó a lo largo de su vida profesional fue heredada por sus descendientes femeninos, ya que los datos históricos sobre la familia Borrull denotan un buen número de mujeres bailaoras y guitarristas que cuestionaron los cánones de la época y crearon formas nuevas de expresión flamenca.

En décadas tempranas para la emancipación de las mujeres artistas, las hijas mayores del matrimonio formado por Miguel Borrull Castellón y Dolores Giménez crearon en 1910 el dúo "Hermanas Borrull", constituido por las bailaoras Isabel y Julia Borrull Giménez. En esas primeras actuaciones, todavía sin el acompañamiento musical de su padre y hermano, las hermanas Borrull aprovecharon en su propio beneficio y de una manera inteligente el gusto del público de entonces por los espectáculos de esencia gitanista, creando, como kalís que eran, junto a los "bailes gitanos" un "baile húngaro" que interpretaban junto a un mono y que ofrecía todo el exotismo que el imaginario colectivo había configurado, número cómico que se escenificaba, junto a una estética feminizada de Julia, con una imagen travestida de Isabel, ataviada con un pantalón y chaqueta masculina, en un ejemplo de travestismo escénico que recordaba a la pareja formada por la Escribana y Concha Rodríguez la Carbonera en sus actuaciones en el Café del Burrero de Sevilla.



Julia Borrull, a la izquierda, e Isabel, a la derecha


El éxito que tuvieron las primeras actuaciones de Isabel y Julia estimularon la creación de un nuevo repertorio y, junto a la exhibición de bailes flamencos, en un ejemplo de la diversidad artística que caracterizaba a la familia Borrull, se incorporó Dolores, la hermana mayor, como guitarrista. La normalidad con que los Borrull, Miguel pero también sus hermanas Dolores, Isabel, Julia y Concha, aprendieron a tocar la guitarra sorprende por la diferenciación sexual que existía en la época de las distintas manifestaciones flamencas, otorgando el rol de bailaora a la mujer y el de tocaor al hombre.  

Ese aprendizaje femenino del toque en el seno de la familia Borrull se llevó a cabo no solo a través de la transmisión del patriarca, Miguel Borrull Castellón, gran conocedor del toque flamenco tanto como acompañante al cante y al baile como solista, sino mediante las enseñanzas que les ofreció el insigne maestro de guitarra clásica, Francisco Tárrega, clases personales que se realizaron gracias a la relación que Miguel Borrull padre tenía con el guitarrista, por lo que hay que referenciar a las hermanas Borrull, junto a la excepcionalidad de ser las primeras mujeres que desde el interior de su propia familia se les apoyó para que tocaran la guitarra, como las primigenias mujeres guitarristas que absorbieron conocimientos de las escuelas de guitarra clásica y flamenca, tal y como se observa en las únicas imágenes que conservamos de Isabel y Dolores en las que en ambas destaca su mano derecha bien posicionada, al estilo de la escuela clásica, especialmente en Lola. 

Dolores o Lola Borrull se convirtió en guitarrista profesional pero su carrera no tuvo un largo recorrido, sólo constan algunas actuaciones suyas entre 1911 y 1913, abandono debido, entre otras causas, al miedo escénico que padecía y que le hacía temblar de cuerpo entero antes de salir a actuar, dolencia que le obligó a abandonar su profesión tras casarse aunque mantuvo sus vínculos artísticos familiares regentando el Villa Rosa junto a su hermana Julia, tras el fallecimiento de su padre en 1926.

Por su parte, Isabel y Julia fueron guitarristas aficionadas que hicieron en mayor medida uso de su imagen polifacética como bailarinas, bailaoras, guitarristas e, incluso, cantantes cumpliendo la demanda del público, según una exhibición consciente de exposición diversificada de sus cualidades, todo ello pese al alto nivel guitarrístico que adquirieron a través de las enseñanzas de Miguel Borrull padre y Francisco Tárrega, especialmente Julia, quien dio clases de guitarra en París mientras actuaba junto a su familia en el café cantante La Feria en 1912, siendo todavía muy joven, convirtiéndose en una de las mujeres pioneras en la enseñanza de la  guitarra flamenca.  



Miguel Borrull padre con sus hijas, Lola sentada a su lado 
y, de izq. a derecha, Julia, Isabel y Concha


La más pequeña de los hermanos Borrull, Concha, fue la única hija de Miguel Borrull Castellón que no llegó a aprender a tocar la guitarra porque, según su propio relato, cuando acudía al domicilio de Francisco Tárrega en Barcelona para tomar clases, junto a su hermano Miguel, le asustaba ver aquellas barbas tan pobladas que el guitarrista castellonense tenía por aquel entonces y no quiso estudiar con él. Concha Borrull se decantó por el baile, pero no se limitó a seguir los pasos de sus hermanas mayores, sino que hizo suyos los bailes gitanos que tanta fama habían dado a las primogénitas de los Borrull y, a su vez,  perfeccionó su estilo con el aprendizaje de la danza española, convirtiéndose en la mejor representante de los bailes flamencos y del ballet flamenco, a imitación del toque guitarrístico clásico-flamenco de su padre y hermano quienes, así mismo, le acompañaban en el escenario en su interpretación de bailes como la serenata de Joaquim Malats. Su mayor aportación a la danza, junto a la incorporación de las castañuelas al baile por alegrías, fue su legado dancístico, magisterio que transmitió a numerosas generaciones de bailaoras desde que, a finales de la década de los 40 del siglo XX, iniciara su docencia en la escuela de danza de la calle Petrixol nº9, haciendo la competencia a las famosas academias barcelonesas de Vicente Reyes, Federico y  Enrique Lara o Lombardero, circunstancia que no impidió que Concha Borrull se convirtiera en la primera mujer maestra en enseñar baile flamenco y clásico español en Barcelona y obtuviera el título oficial de profesora de danza clásica española por el Ministerio de Educación.






La aportación de las hijas de Miguel Borrull Castellón al flamenco catalán continuó durante las siguientes décadas e inculcaron a sus descendientes tanto sus conocimientos como su modelo de profesionalidad y de transgresión hacia los condicionantes de género imperantes en su época. Esta tercera generación de los Borrull, curiosamente formada exclusivamente por mujeres bailaoras, mantuvieron la estela iniciada por sus progenitoras, desarrollando una carrera artística propia a la altura de sus antecesores: Trini, hija de Dolores Borrull y Alberto Flandorfer, bailaora, bailarina y maestra de reconocido prestigio; Concha, Pilar y Fina, hijas de Isabel Borrull y del guitarrista Baldomero Mendoza Ríos, que actuaron juntas en sus inicios, formándose con Antonio, Rafael de Córdoba y Vicente Escudero, y Trini, Mercedes y Carmen, hijas de Miguel Borrull Giménez y Josefa Giménez, entre las que destacó Mercedes Borrull La Gitana Blanca, inseparable junto a su padre, y Trini como maestra, siendo Carmen la única de estas primas hermanas de la dinastía de los Borrull que no se dedicó al baile flamenco.

Con el tiempo, la saga femenina de los Borrull continuó a través de las enseñanzas de Trini Flandorfer Borrull Trini Borrull, gran maestra afincada en Las Palmas de Gran Canaria, quien inició en sus primeros pasos de baile a la nieta de Fina Mendoza Borrull, María Juncal, última heredera de la impronta Borrull.

Sirva esta breve historia compensatoria para rescatar del olvido a las mujeres de la familia Borrull y poder imaginarlas bailando, tocando o cantando encima de un escenario, sintiendo su lucha, pero también su goce, mujeres y artistas merecedoras de nuestro reconocimiento.  

 

 

 



[1] Biografía realizada por la autora de próxima publicación. Ver cuadro biográfico de la familia Borrull en el blog Flamenco en Cataluña: http://flamencocatalan.blogspot.com/2021/10/miguel-borrull-castellon-ii-arbol.html

 

lunes, 18 de octubre de 2021

Miguel Borrull Castellón (II). Árbol genealógico

 LA FAMILIA BORRULL


    Las nuevas investigaciones sobre la familia Borrull llevan a la conclusión de que esta dinastía de artistas gitanos flamencos ha sido la más importante del flamenco catalán, mucho más destacada que la dinastía de los Amaya representados por Carmen Amaya, no sólo por la presencia continua de sus miembros en el flamenco que se ha producido en Barcelona a lo largo de todo el siglo XX, constantemente renovado por tres generaciones de artistas, sino también por las múltiples relaciones familiares y personales que establecieron con otros grupos familiares flamencos, a través de enlaces matrimoniales con gitanos flamencos como las Mendaña, con Antonia, Carmen y Micaela, los Vargas, con  El Cojo de Málaga, o los Mendoza Ríos, con Baldomero Mendoza, matrimonios a los que hay que unir las relaciones de amistad que mantuvieron con artistas gitanos como Manuel Torre, La Macarrona o Faíco  y artistas payos como Antonio Chacón o Manuel Vallejo

    Estas peculiaridades justifican la importancia de la dinastía de los Borrull para la configuración del flamenco catalán, equiparandose a la excelencia que los Ortega, Cagancho o Torre tuvieron para el flamenco nacional, especialmente en cuanto a la configuración de las escuelas del toque y del baile en Cataluña.




    El árbol geneálogico de la dinastía de los Borrull contiene muchos interrogantes con datos que se desconocen pero es un primer paso necesario para la reconstrucción del legado histórico que los Borrull aportaron al flamenco. 

   Algunos datos que no constan en este árbol pero que se expusieron en la conferencia que impartimos en el I Certamen de Guitarra Flamenca Miguel Borrull (1), de la que esta diapositiva forma parte, son los siguientes: 

   Miguel Borrull Castellón se casó en primeras nupcias con Dolores Giménez y en segundas en 1924 con Antonia Núñez Porras (Sanlúcar de Barrameda (Cádiz), entre 1884-Barcelona ?), una de las cuatro hermanas apodadas Las Mendaña quienes se casaron a su vez con otros artistas flamencos, estableciendo una relación familiar intensa con Borrull padre: Carmen Núñez con Joaquín Vargas El Cojo de Málaga en Sevilla el 1923 y Micaela Núñez con el guitarrista Paco Aguilera


Miguel Borrull Castellón
(Archivo personal de Manuel Granados)


   Sobre los parientes cercanos de la familia, no tenemos información, el nombre de José Borrull Castellón se cita en la esquela mortuoria de Miguel Borrull el 28 febrero 1926, pero no consta ninguna otra información. Y sobre las hermanas de la esposa de Borrull padre, La Regla, Tía Gabriela, Juana y María Luisa, es un dato que aún se tiene que acabar de confirmar. 

El matrimonio formado por Miguel Borrull Castellón y Dolores Giménez tuvieron cinco hijos e hijas: Lola, Isabel, Julia, Miguel y Concha. 

Lola Borrull Giménez, guitarrista, se casó con el empresario Alberto Flandorfer Garagarza y, tras el fallecimiento de Lola en fecha temprana, Flandorfer se casó en segundas nupcias con Carmen Menchaca, maquilladora de cine de profesión que compartía con Concha Borrull su academia en la calle Petrixol nº9 de Barcelona, un piso propiedad de Trini Flandorfer Borrull Trini Borrull en el que Concha daba sus clases de baile junto a su hermano Miguel Borrull hijo. 


Lola Borrull Giménez
(Archivo personal de Manuel Granados)


Del matrimonio entre Lola Borrull y Alberto Flandorfer nació Trinidad Flandorfer Borrull Trini Borrull, bailarina, bailaora y maestra de reconocido prestigio (ver un pequeño vídeo homenaje de Trini Borrull en el canal de Youtube de LaSal aquí). 


Trini Borrull


   Isabel Borrull Giménez, bailaora, se casó en primeras nupcias con el guitarrista Baldomero Mendoza Ríos (Sevilla, ?), hermano del bailaor Francisco Mendoza Ríos Faíco (Sevilla, c. 1870-Madrid, 1938), y en segundas, tras el fallecimiento de Mendoza, con el bailaor Pedro Vargas El Tobalo



Isabel Borrull Giménez
(Archivo personal de Manuel Granados)


   Isabel y Baldomero tuvieron tres hijas, las tres bailaoras, Concha, Pilar y Fina Mendoza Ríos. La hija mayor, Concha, adoptó de nombre artístico Concha Borrull, igual que su tía, y emigró a Canadá o EEUU donde falleció (el investigador José Blas Vega en su diccionario enciclopédico confunde la biografía de la sobrina y la tía). Pilar Mendoza Borrull llegó a bailar en el Teatro del Liceo y con Antonio el bailarín y Rafael de Cordoba, y Fina Mendoza Borrull, hizo clases con Vicente Escudero. En su juventud, las tres hermanas realizaron juntas varias turnés. 

  Fina Mendoza Borrull tuvo cuatro hijas, María, Isabel, Julia y Mª Victoria Cayetana, continuando la saga artística familiar de los Borrull con la hija de Julia, María Juncal, bailaora nacida en Las Palmas y afincada en Madrid. 

    Por su parte, el único barón de la familia Borrull, Miguel Borrull hijo, casado con Josefa Giménez, tuvo tres hijas, Trini, Mercedes y Carmen, dedicándose las dos hijas mayores al baile: Trini como maestra de baile flamenco en su estudio de la calle Laforja nº 146 de Barcelona y Mercedes Borrull Giménez La Gitana Blanca, como bailaora, actriz y cantante que tuvo gran éxito en su época y que se retiró del espectáculo al casarse con el Marqués de Moix. (Ver vídeo actuación del cuadro flamenco de Miguel Borrull hijo en Pueblo Español de Montjuïc en 1929, al baile La Tanguera, Concha Borrull y El Viruta, en el canal de Youtube de Montse Madridejos aquí). 



Miguel Borrull Giménez
(Archivo personal de Manuel Granados)


  Por último, tanto Julia como Concha Borrull Giménez no tuvieron hijos, a Julia se le relaciona con varias parejas sentimentales pero no tenemos información de una posible descendencia, mientras que Concha se casó con el viajante cordobés Francisco Tirado y no tuvieron descendientes (ver vídeo de Concha y Miguel Borrull en su academia en el canal de Youtube de Montse Madridejos aquí). 



Julia Borrull Giménez
Cuadro "Alegrías" de Julio Romero de Torres




Concha Borrull Giménez
(Archivo personal de Manuel Granados)



(1) Conferencia impartida por María Jesús Castro con el título "Miguel Borrull Castellón. Un guitarrista flamenco para la historia", el 16 octubre 2021 en Barcelona, en el I Certamen de Guitarra flamenca Miguel Borrull Castellón, dentro del festival Ciutat Flamenco 2021, organizado por David Leiva y El Taller de Músics.











lunes, 27 de septiembre de 2021

Miguel Borrull Castellón (I)

 

MIGUEL BORRULL CASTELLÓN


Este texto fue escrito en 2014 y recopiló los datos biográficos que hasta la fecha se conocían de Borrull padre, sin embargo, algunas de las afirmaciones que se exponen han sido superadas tras las nuevas investigaciones que ha realizado la autora y que serán publicadas próximamente.


[Si quieres utilizar el texto como referencia: Castro Martín, María Jesús, 2014. La guitarra flamenca en el siglo XIX. Seis obras originales para cuarteto de guitarras flamencas, Madrid: RGB Arte Visual, pp. 11-12 ].


Miguel Borrull Castellón (Castellón de la Plana, 1864-Barcelona, 1926) es el guitarrista gitano flamenco más representativo del toque de principios del XX, junto a Ramón Montoya. Los pocos datos biográficos que se conocen de él lo sitúan en Madrid hasta su establecimiento definitivo en la Ciudad Condal en los primeros años del siglo XX. Destaca de su trayectoria profesional su toque de acompañamiento al cante, que desarrolló junto a grandes cantaores como Antonio Chacon o El Cojo de Málaga, así como su toque de concierto, muy poco documentado pero más que importante a la luz de los nuevos documentos hallados. Como guitarrista acompañante al cante, destacó en los estilos de Levante con un toque de pulgar tradicional. Entre otros eventos, en 1912 estuvo en el elenco flamenco que inauguró el local "La Feria" en París, regentado por Zuloaga y Amalio Cuenca, junto a sus hijas Julia e Isabel





Miguel Borrull Castellón
Archivo personal Manuel Granados


Tras su éxito en Madrid y otras ciudades andaluzas, como Sevilla y Cádiz, Miguel Borrull fue propietario del Café Cantante Villa Rosa en Barcelona, que inauguró en el año 1916 y por el que actuaron los mejores artistas de su época, como La Niña de los Peines, Manuel Torre, Manuel Vallejo o Juana la Macarrona. Patriarca de la extensa familia artística de los Borrull, su hijo Miguel Borrull Giménez fue su principal heredero en el toque, junto a otros discípulos suyos como José Sirera Prats o Juan Ramón Bustamante


El siguiente eslabón en el camino hacia el concertismo flamenco se encuentra en Miguel Borrull Castellón y en aquellos otros guitarristas contemporáneos, como Amalio Cuenca (Riaza (Segovia), 1866-?), después de haber evidenciado que Paco de Lucena fue el primer guitarrista flamenco que en los años 80 del siglo XIX ofreció al público conciertos de guitarra que intercalaba entre los números de cante. 


La importancia de Borrull como concertista empieza a ser documentada y consta que, junto a Amalio Cuenca, también guitarrista clásico y flamenco gitano, formaron un dúo de guitarras con el que actuaron por la geografía española a finales del siglo XIX. En el año 1898 inauguran el Casino Music-Hall de Madrid y tocan en otros locales, como el Nuevo Teatro y El Café de la Marina. Como solista, Amalio Cuenca actuó en 1898 en el Teatro de la Zarzuela donde "dio un concierto de aires andaluces". En 1902, los dos guitarristas y amigos dieron un concierto en Segovia




También en la provincia de Cádiz se tiene la constancia de las actuaciones que en mayo de 1905 realizaron Antonio Chacón con Miguel Borrull Castellón, en el Teatro Cómico y en el Casino de Cádiz. Según las reseñas de hemeroteca, tras el acompañamiento a Chacón de malagueñas y soleares, tuvo lugar un "Solo de concierto a la guitarra por D. Miguel Borrull", destacando la actuación de Borrull, ya que "como concertista, se reveló con notabilidad, así en su 'género', cual por lo fino". Borrull será nombrado como concetista y afamado profesor de guitarra. Por desgracia, en ninguna de estas fuentes se dice cuáles fueron las obras que interpretó. 


Esta información, junto a los datos contrastados de la amistad y relación maestro-discípulo que mantenía con Francisco Tárrega, nos lleva a precisar que, con probabilidad, los conocimientos musicales de Borrull fueron superiores de lo que habitualmente se ha valorado y no los exhibía exclusivamente "en privado", y que fueron adquiridos con anterioridad a su establecimiento definitivo en Barcelona, seguramente en las décadas de los 70 o principios de los 80 en Madrid, ciudad en la que debieron coincidir los dos compatrioras catellonenses [las nuevas investigaciones sobre la biografía de Borrull aportan novedosa información sobre el lugar de encuentro de Borrull padre y Franscisco Tárrega, encuentro que no debió de suceder en Madrid sino en Valencia]. Una vez en la Ciudad Condal, su relación con Tárrega se afianzó al participar en veladas comunes guitarrísticas y al convertirse éste en maestro de guitarra de su hija Lola


Asimismo, la información hoy día aceptada de que Borrull mientras estuvo en Madrid fue maestro de Ramón Montoya y que mediante esos posibles contactos pudiera haber transmitido a Montoya su creación del toque por rondeña, seguramente influenciada a su vez por la rondeña de Julián Arcas a través de Tárrega, con la afinación modificada y los nuevos recursos "por lo fino", valida las palabras que Chacón dijera sobre Borrull, ya que, según aquel, "la guitarra andaluza tomó otro aspecto en el gitano Miguel Borrull con su estilo personalísimo y una escuela peculiar, en los cuales se han inspirado los tocaores del día".


Todos estos datos confirman la aportación de Miguel Borrull Castellón al toque de concierto, personal y característico, de quien escribió Domingo Prats palabras de admiración, tanto en "ejecución" como en el acompañamiento al cante: "Sus ágiles dedos, como sabias arañas, tejían en la guitarra falcetas, preludios, bordoneos y rasguidos que producían admiración y entusiasmo, dando la sensación de oir soñando."


La quinta obra que nos interpreta el Cuarteto "Al-Hamra", "Fragua", es una siguiriya a la manera tradicional dedicada por Manuel Granados a Miguel Borrull Castellón, en homenaje a su toque, con uno de los estilos fundadores del flamenco. Según Granados:

Obra cíclica de cinco tiempos en compás de amalgama 3/4-6/8 en el modo flamenco en La. Se caracteriza por una exposición de variaciones unidas por puentes (compás característico) a la manera tradicional, donde el mecanismo de pulgar cobra la mayor trascendencia, como ha sido característico en este estilo hasta el día de  hoy. Pese a su solemnidad, el finale con el mecanismo de rasgueo nos recrea la incorporación posterior de este estilo al baile flamenco. 



viernes, 19 de marzo de 2021

 


ROSALÍA MULERO

60 AÑOS EN LOS ESCENARIOS








El latido vital de Rosalía Mulero discurre parejo con su trayectoria profesional. Su nacimiento en el corazón artístico de la Barcelona de los años cincuenta auguraba un futuro en la danza a esa niña ilusionada con sus primeros pasos de baile. Desde sus inicios hasta su plenitud como mujer y maestra, el sesenta aniversario de su amor por el baile son una muestra de la vitalidad y la pasión que envuelve todo su arte.


1. La niña bailarina

Las décadas centrales del siglo XX fueron la época dorada del baile en Cataluña, alternándose en las programaciones de los principales teatros de la época estilos como el ballet clásico, la escuela bolera, el baile clásico español y el flamenco.

Los bailarines y bailarinas tenían como principal referente el Gran Teatro del Liceo, en las Ramblas de Barcelona, junto a otros espacios escénicos del centro de la ciudad en los que se representaban espectáculos de danza teatral, como El Teatro Romea, el Teatre Calderon, el Tívoli, el Palau de la Música Catalana o el Poliorama.

El baile flamenco, por su parte, tuvo su ubicación en los reductos de los últimos cafés cantantes y teatros más populares hasta que se instaló definitivamente en los emergentes y numerosos tablaos que surgieron en la Ciudad Condal, tras la explosión turística de los sesenta, mientras que el ballet flamenco, al amparo del baile clásico español, vivió una etapa esplendorosa al introducirse por un igual en las programaciones de los teatros principales, como el Teatro del Liceo y el Palau de la Música Catalana, y en aquellos más populares, como el Teatro Tívoli y el Poliorama.

Este ambiente dancístico tan rico y diverso convirtió al distrito de Ciutat Vella en el núcleo de la danza en Cataluña y en un hervidero de maestros y de alumnos, quienes acudían a formarse en las distintas academias de baile ya que éstas nutrían de bailarines y bailarinas a los elencos de baile de dichos teatros.

Numerosos fueron los bailarines de baile clásico español y bailaores de flamenco quienes, tras una etapa artística nacional e internacional, se instalaron en el casco antiguo de Barcelona y abrieron sus propias escuelas, muchas de ellas próximas a las academias de los grandes maestros de la danza clásica en Cataluña, como Joan Magriñà, quien tuvo su famosa escuela en las calles Sant Pau y Petritxol.

Entre los profesionales referentes de esta época se encuentran los Maestros Lara (Enrique y Federico Lara), los Maestros Reyes (Paco y Vicente Reyes), el Maestro Coronas (Carlos Coronas), Batista y el Maestro Lombardero (Manuel Lombardero), primeros bailaores que se dedicaron a la enseñanza del flamenco en Barcelona con un flamenco ya más elaborado y coreográfico, un tanto alejado del flamenco racial.  

La incipiente inquietud artística que tuvo Rosalía Mulero en su infancia fue fácilmente satisfecha. No tuvo más que acudir, cruzando la Rambla, a las academias de baile ubicadas en las calles colindantes al barrio de la Ribera, donde nació, para poder aprender la base técnica del baile clásico español y del flamenco.



En la academia de baile Los Maestros Lara, ubicada en la antigua calle Conde del Asalto nº 89, Rosalía inició su aprendizaje profesional. Sus maestros, Enrique y su mujer Adoración, "Dorita", habían continuado la escuela inaugurada por el padre, Enrique, y el tío, Federico, y fue muy famosa entre los bailarines y bailaores de la época a la que acudían para completar su formación, tanto en el clásico español como en el flamenco. Algunos de los jóvenes alumnos que compartieron clases con Rosalía fueron José Hilario Díaz, La Chunga o La Singla, clases en las que el Maestro Enrique enseñaba flamenco y la Maestra Dorita el baile clásico español, acompañados ambos por un pianista.

Asimismo, la escuela de Los Maestros Lara era un centro de contratación de artistas donde acudían los empresarios en busca de bailarines para sus espectáculos. Con lo aprendido en dicha escuela, Rosalía realizó su primer repertorio, compuesto de unos tanguillos flamencos, el pasodoble El Gato Montés, un pasaje de la Ópera Carmen de Bizet y la Jota de la Dolores, todo bailado con castañuelas, y fue contratada por distintos empresarios para actuar en diversas ciudades catalanas, como en Vilafranca del Penedés, Vilanova i la Geltrú, Valls y Pubilla Casas, poblaciones a las que Rosalía se dirigía siempre en compañía de su padre.

Animada por estas primeras actuaciones, en su adolescencia Rosalía continuó su formación como bailarina con una generación más joven de maestros que combinaban la danza clásica con el clásico español, como Charo Contreras, sobrina de Antonio el de Bilbao y alumna de Joan Magriñà, quien le enseñó los bailes de la escuela bolera, y con los profesores de raíz más flamenca que unían el clásico español con los bailes flamencos, como el Maestro Lombardero, que tenía su escuela en la Avenida del Paralelo, y José de la Vega, maestro referente del flamenco en Cataluña que en la década de los setenta abrió su propia academia en la calle Enrique Granados nº 9, trasladándose en 1980 a su actual ubicación, en la calle Aribau nº 19.  

Junto al estudio del baile académico de danza española y de flamenco, Rosalía incorporó el aprendizaje de los bailes regionales en la Casa Regional de Murcia y Albacete, ubicada en la calle Puertaferrisa nº 21, muy unida a esta casa desde su infancia por lazos familiares, ya que sus abuelos habían formado parte de la primera emigración de murcianos que fueron a Cataluña a principios del siglo XX, y en la que también participó como bailarina del grupo de danzas de la entidad.







 

2. La joven bailaora

Sin duda, todos los conocimientos que durante esos años fueron forjando el cuerpo y la mente de Rosalía adquirieron un sentido propio al conocer a Concha Borrull. Si alguien marcó sus movimientos y le dio sentido a su identidad como bailarina y bailaora esa fue Conchita Borrull, su amada Concha, dos mujeres que unieron sus caminos en etapas diferentes de sus vidas. Concha, en su plenitud personal y artística, y Rosalía, quien iniciaba su proyección nacional e internacional, una vez completada su formación.

Concha Borrull había sido una conocida bailaora flamenca del repertorio tradicional en los escenarios barceloneses de los años veinte y treinta, siempre respaldada por su hermano, Miguel Borrull Jiménez, el principal guitarrista de la época en el flamenco catalán, y sus hermanas Julia e Isabel, soberbias bailaoras gitanas que entusiasmaban al público en los escenarios. Esta dinastía de los Borrull dio inicio con el patriarca, Miguel Borrull Castelló, gitarrista gitano nacido en Castellón quien, después de unos años en Madrid, se afincó definitivamente en Barcelona, regentando el más famoso café cantante de la época, el Villa Rosa.

Pero Concha Borrull también incorporó los bailes del flamenco escénico a su repertorio, que interpretaba en la compañía de Laura de Santelmo, talento que marcó un estilo de baile muy personal y que le valió el reconocimiento del público y la crítica, así como favoreció el inicio de su etapa docente. Animada por su sobrina Trini Borrull, bailarina que triunfó junto a Joan Magriñà en el Teatro del Liceo, en los años cuarenta decidió dar clases de baile clásico español y flamenco en la escuela de danza que Trini Borrull tenía en la calle Petritxol nº 9, que dejó Trini al trasladarse a vivir a Gran Canarias con su marido, dando inicio a un maravilloso magisterio que no finalizó hasta su fallecimiento, en el año 1983.

Con la inauguración de su maestría, Concha Borrull se convirtió en la primera y principal Maestra de baile flamenco en Cataluña, enseñando a diversas generaciones de bailaoras tanto en su escuela del centro barcelonés como en otras poblaciones cercanas. Las referencias a las clases que también daba Concha Borrull en Tarragona se solapan con las crónicas que relatan los espectáculos que sus numerosas alumnas hicieron, en los que combinaban coreografías de Isaac Albéniz, Joaquim Turina, Enrique Granados o Manuel de Falla con el repertorio flamenco de alegrías, farrucas, fandangos y soleares.

Rosalía Mulero pronto destacó entre todas sus alumnas. La técnica aprendida siendo niña, su carácter y, sobre todo, una capacidad innata para expresar la esencia misma del arte de la danza contribuyó a que Concha Borrull, poco a poco, legara en ella todos sus conocimientos.

Fue a Rosalía a quien Concha Borrull enseñó sus aportaciones al mundo de la danza, principalmente sus coreografías de siguiriyas, tangos, zambras, alegrías, soleá, tientos, tanguillos, bulerías, zapateado y cantiñas. También el uso de las castañuelas en los bailes flamencos, especialmente en las alegrías, ya que Concha Borrull fue la única bailaora que bailaba las alegrías con castañuelas, y, sobretodo, le mostró la expresión de la dinámica del baile flamenco, con sus diferentes matices rítmicos, reposando en las partes lentas para mantener la presencia escénica y sacar su arte en cada representación, destacando el uso del braceo y de la parte superior del cuerpo elegante y elocuente.

En las clases, Concha Borrull reproducía con un magnetófono las cintas grabadas por su hermano, el guitarrista Miguel Borrull, que interpretaba los distintos estilos una y otra vez para que Rosalía fuera ensayando, según el marcaje de su maestra. 

Rosalía asombraba a Concha con la perfección de su técnica en las castañuelas, esas carretillas, posticeos, acentos y contratiempos con los que, de una manera innata, adornaba las melodías. Esta desbordante capacidad poco a poco se dirigió hacia el concertismo de castañuelas dando inicio a una fructífera relación profesional entre Rosalía y un joven Manuel Granados, alumno por aquel entonces de guitarra flamenca de Antonio Francisco Serra y, cosas de la vida, vecino de Concha Borrull, que los llevó a actuar juntos en numerosas poblaciones de la Costa Brava.





El dúo formado por Rosalía a las castañuelas y Manuel Granados a la guitarra flamenca fue un prodigio de técnica y expresión. Los infinitos trémolos y arpegios que Granados hacía en la guitarra tenían su correspondencia en las eternas carretillas de Rosalía interpretando juntos brillantemente el repertorio flamenco y las grandes obras de clásico español para guitarra, haciéndose eco la prensa italiana en la década de los años ochenta de la gira que iniciaron juntos. Hoy, aquel joven es Catedrático de guitarra flamenca del Conservatorio del Liceo y celebra con emoción y alegría el sesenta aniversario de Rosalía.

 



3. La maestra

En los años sesenta y tras su etapa barcelonesa, Rosalía con su familia se instaló en Santa Coloma de Gramenet y fue su marido, Francisco Fornaguera, quien decidió que Rosalía abriera su propia escuela de baile para poder seguir bailando y ejerciendo su arte.  La Escuela de danza Rosalía Mulero abrió sus puertas en la calle Joan Ràfols de Santa Coloma, en 1982, y años después, en 2001 y ante la necesaria ampliación con la incorporación de nuevo profesorado y el aumento del número de alumnos, la escuela se trasladó a la calle San Ramón, cambiando su nombre a Centre Cultural de danza Los Mulero.

La demanda de actividades artísticas por parte de la población emigrada del sur de España, que desde mediados del siglo XX se había instalado en Santa Coloma, favoreció el interés por el aprendizaje del baile flamenco y del clásico español en una época en la que la escuela de danza de Rosalía Mulero fue de las pioneras en abrir sus puertas en dicha población. Entre los profesores que han contribuido al nivel excelente alcanzado por sus alumnos y alumnas destaca el Maestro Alexander, concertista de castañuelas y coreógrafo, que forma parte del profesorado desde hace más de veinte años, junto a Rosalía Mulero.

La escuela hoy día sigue siendo el referente en Santa Coloma del baile clásico español y el flamenco, con un aprendizaje único de las castañuelas por Rosalía, en la que jóvenes de Santa Coloma han encontrado un lugar idóneo donde trabajar su vocación y llegar a convertirse en profesionales.

 

Entre los alumnos, sin duda, sobresalen los propios hijos de Rosalía. El mayor, Joaquín Mulero, y el mediano, Antonio Mulero, quienes realizaron estudios de ballet clásico, clásico español, regional y flamenco desde la infancia en la propia escuela y con los grandes referentes del baile catalán y nacional. También numerosas son las alumnas y alumnos que han pasado por la escuela en esta larga trayectoria de casi cuarenta años, destacando entre otros, Elena Algado, Eva Santarrubias, Raquel Alegría, Iris Nebot, María José Rubio, Jesús Cortés, Margarita Muelas y Anabel Jiménez, estas últimas bailarinas son en la actualidad profesoras de dicha escuela.  Otras bailaoras y bailarinas que han acudido a Rosalía para completar su presencia escénica han sido Vanessa Cortés, María Carmen Pazos, Laura Gallego y Lourdes Jiménez, entre muchas otras.


 



4. La mujer

En la biografía de Rosalía Mulero no se puede desligar su faceta profesional de su vida personal. Tanto es artista como mujer, mujer como artista. Esposa, madre, hermana, hija entregada, Rosalía ha tenido que sacrificar, en muchas ocasiones a lo largo de su trayectoria, una mayor proyección nacional e internacional por estar ahí, al lado de los suyos, al ser incompatible los largos viajes fuera del hogar con un ambiente familiar. Escogió vivir entregada a los demás, pero sin renunciar a sus sueños, a su ilusión, a bailar.

Con la personalidad emprendedora que le caracteriza, y que demostró desde sus inicios cuando siendo joven se encargaba ella misma de negociar su caché con el empresario, la nueva faceta de Rosalía como mujer empresaria comenzó con la fundación de su Compañía de Danza Española y Flamenco Los Mulero en 1985, evento que necesitó de una estructura empresarial para llevar a cabo las funciones de representación y distribución.

El doble papel de Rosalía como bailaora y empresaria que ha sabido llevar con éxito una faceta tradicionalmente masculina es un ejemplo de ese empoderamiento femenino actual que ella inició en una época en la que las mujeres tenían muchas menos oportunidades para poder llevarlo a cabo. Rosalía supo revertir el papel estereotipado tradicional de la maternidad, uno de los principales impedimentos de la mujer para poder desarrollar su faceta profesional, y compaginar su papel de madre y esposa con el de empresaria, pudiendo compartir con su marido Francisco y sus tres hijos, Joaquín, Antonio y Franc, el amor por la danza, así como los éxitos artísticos.

El liderazgo femenino de Rosalía, que se basa en el ejemplo de saber compaginar su papel de mujer con el de artista, tiene un alto reconocimiento social a través de varias jóvenes generaciones de hombres y mujeres que han visto en su modelo de vida una estrategia de superación femenina a imitar. Sin duda, una mujer única que en su plenitud personal y artística celebra su 60º Aniversario en el mundo de la danza, su vida y su pasión.

 



Texto original de María Jesús Castro como hoja de sala de la exposición 'Rosalía Mulero. 60 anys als escenaris', que ha tenido lugar del 23 de mayo al 16 de mayo 2021 en Can Sisteré (Sala B), en el Centre d'Art Contemporani de Santa Coloma de Gramenet, en el marco de las actividades del festival  Flamenc-On .