domingo, 24 de marzo de 2019

REVISTA TRIUNFO (IV): EL FLAMENCO EN LA COSTA BRAVA Y PEDRO BALAÑÁ Y LOS TOROS


REVISTA TRIUNFO:
EL FLAMENCO EN LA COSTA BRAVA (GIRONA)







 El bailaor Salvador Vives con su grupo "Los Solera" con el acompañamiento
del guitarrista Manuel Granados en el tablao El Cortijo en Rosas. Año 1982

(Archivo original Manuel Granados)


        
       A partir de los años cincuenta, los tablaos fueron los nuevos contextos de interpretación del flamenco continuadores en esencia de los antiguos cafés cantantes, aunque fruto de las particulariedades de la sociedad en la época de apertura del franquismo. Los tablaos flamencos fueron el reducto del turismo extranjero, en el que se recrearon todos los tópicos andalucistas y en donde, junto al repertorio clásico-español, se incorporaron bailes flamencos, enfocado todo ello hacia la diversión y el entretenimiento del espectador. 

       Esta nueva visión del Flamenco Show también se vio trasladada a los tablaos de la costa catalana, tomando un verdadero auge entre el turismo extranjero que venía en busca de los tópicos creados por el Romanticismo, representados en el flamenco y la tauromaquia. Desde las ciudades urbanas, el flamenco en Cataluña se trasladó a las zonas costeras, preferentemente a la costa de Girona donde, utilizando el reclamo turístico del "Tipic Spanish", fueron numerosos los tablaos y salas de fiesta que abrieron sus puertas.


      Como apunta Silvia Calado en su libro El negocio del flamenco (2007), el turismo se convirtió en una de las fuentes económicas principales del flamenco,  ya desde el siglo XIX y la primera mitad del siglo XX, siendo la década de los 60 la del inicio de su máxima expansión. 

                      "La afición foránea forjada durante el exilio debía ser, en algún momento, correspondida. Y ello coincidió con la progresiva apertura de España hacia el exterior en los últimos años del franquismo, en paralelo a la reforma económica preconizada por el ministro de Hacienda, Mariano Navarro Rubio, en el Plan de Estabilización de 1959. A partir de entonces, el turismo fue uno de los pilares sobre los que se sustentó el desarrollo industrial, junto con la inversión extranjera y la emigración [...] En dicha década, el número de turistas creció desde los siete a los veinticuatro millones, es decir, un 242,8 por ciento. Y ello gracias a ganchos como el sol, las playas, los precios y ese toque exótico que daban al país flamencos y flamencas, palmas, volantes y lunares." (p. 119)





Publicidad del tablao El Patio con el cuadro flamenco del bailaor Juan Sierra
(Archivo Manuel Granados)
 
    La Costa Brava durante las décadas de los sesenta y setenta se convirtieron en una fuente de ingresos considerable para los artistas flamencos, realizando giras por el litoral catalán flamencos de renombre, como Paco de LucíaJosé Menese o Antonio Gades,  al igual que los bailaores y bailaoras Rafael de Córdova, Juan Tapias, Juan Sierra o Salvador Vives, con su ballet formado por las hermanas Eva y Raquel Tejedor y Pilar Fernández.




Juan Sierra con su cuadro en el Patio Flamenco de Roses (Girona)
(Archivo personal Manuel Granados)


       La gran mayoría de locales se nutrieron de artistas catalanes, bailaores y bailaoras de los cuadros flamencos de las numerosas academias barcelonesas en las que sus propietarios y managers ofrecían la oportunidad de conseguir beneficios económicos. Artistas como Peret, La Singla, La Chana, La Tolea, La Chunga, José de la Vega o Carmen Amaya actuaron a lo largo y ancho de la costa gerundense. También guitarristas, como Andrés Batista, Manuel Granados o Diego Cortés acompañaron el cante y el baile de los cuadros flamencos entre las décadas de los sesenta hasta la actualidad.


El bailaor Salvador Vives con el acompañamiento de Manuel Granados
en  el tablao El Patio de Roses. Año 1982

(Archivo personal Manuel Granados) 



      Tablaos flamencos famosos en el litoral catalán fueron El Patio Flamenco y El Cortijo, en Rosas; La Siesta, en Santa Susanna, El Relicario La Roda en Lloret de Mar, o Flamingo, en Platja d'Aro.



Publicidad del tablao El Cortijo con Los Solera
(Archivo personal de Manuel Granados)

    Otros tablaos de la Costa Brava fueron El Night Club Los Almendros de Palafrugell, El Palmera de l'Escala, El Rancho de Cadaqués, Los Jardines Arboleda de Palamós, Las Cuevas en Calella, Las Vegas en Sant Feliu de Guíxols, La Raqueta en Tamariu, El Bahía de Roses, El Cortijo en Pineda de Mar, El Savoy en Palamós, El Toril en Tossa, y en Lloret: La Masia del Pinar, El Cortijo, El Cubakan, El Lido (Jardín de Verano)  (Información web Historias de Flamenco aquí).



Tablao El Relicario en Lloret de Mar

(Imagen extraída de web Todo colección aquí)






LA REVISTA TRIUNFO

          Un primer artículo habla sobre el incipiente turismo que acudía a la Costa Brava principalmente franceses. Manuel Vázquez Montalbán hizo un retrato crítico sobre el comportamiento de los turistas y de las consecuencias en el paisaje derivadas de la progresiva masificación.






Revista Triunfo, nº 429, pp. 29-31, Año 1970




       Y Antonio Burgos, quien en el año 1972 escribió sobre los profesionales flamencos que trabajaban en los tablaos de la Costa Brava, y en otros lugares costeros, y cuáles eran sus condiciones laborales. "Los jornaleros del flamenco" es un crudo relato de los baibenes del mercado en los que el arte flamenco se convierte en mercancía y, como tal, sus profesionales son denigrados a meros objetos estéticos de compra-venta. Aunque especialmente significativo para la época que escribió el artículo Antonio Burgos, salvando las distancias, se pueden encontrar hoy día algunos de estos rasgos en el mercado flamenco actual.  






Revista Triunfo, nº 506, pp. 23-25, Año 1972






REVISTA TRIUNFO: PEDRO BALAÑÁ Y LOS TOROS



     Aunque este artículo del empresario catalán Pedro Balañá no esté directamente relacionado con el flamenco en Cataluña, nos ha parecido interesante reseñarlo por la influencia que los toros tradicionalmente han tenido en torno al flamenco.

    La tradición taurina en Cataluña está fuera de toda duda. Las tres plazas de toros que existieron, la de Las Arenas, La Monumental y La Barceloneta, da muestras de la afición y el interés que ha existido en Cataluña, y en especial en Barcelona, por los toros.




Revista Triunfo, nº 186, pp. 73-75, Año 1965





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